Asumir que hay una persona tóxica en nuestro entorno es el primer paso imprescindible para que algo cambie en nuestra vida.
Por Olivia Alonso
“Tener una relación con alguien tóxico invalida, empequeñece y destruye”, advierte la psicóloga española Silvia Congost, experta en relaciones y dependencia emocional, en el nuevo libro que acaba de publicar con herramientas para empoderarse y librarse de esas personas, una vez que están identificadas.
En una entrevista con EFE, la autora de “Personas tóxicas” explica que son relaciones que aparecen en cualquier ámbito de la vida: laboral, familiar, de amistad y pareja (el más frecuente) y pueden acabar destruyendo por completo a quien las sufre, tanto a nivel psicológico como físico y emocional.
La especialista también subraya en este libro (editorial Zenith) que hay que distinguir entre quienes pueden ser tóxicos para una persona determinada, pero no para otra (“nosotros también lo podemos ser para alguien”), de los que tienen un trastorno de personalidad por haber sufrido un daño en la infancia. Este hecho les impide tener plena conciencia de cómo actúan, del daño que causan y de las consecuencias emocionales y psicológicas con las que tienen que lidiar los que están a su lado, alerta Congost; son personas que nunca van a cambiar porque tienen un daño irreversible en el cerebro.
Trastornos de personalidad
La especialista distingue cuatro tipos de trastornos, entre los que figura el antisocial, el de aquellas personas que, en su mayoría, proceden de familias disfuncionales y problemáticas; sus conductas siempre sobrepasan los límites y les enfrentan con la justicia, así que suelen terminar en la cárcel.
Habla a continuación de los psicópatas, muy parecidos a los que sufren un trastorno narcisista, aunque tienen una incapacidad total de conectar con sus emociones y expresarlas. En la infancia, se muestran impasibles ante determinada situaciones, como el maltrato animal, y en la edad adulta “tratan mal a los demás e, incluso, pueden llegar a cometer un crimen sin sentir nada”.
En el perfil de trastorno denominado “límite de la personalidad“, describe a personas bastantes dependientes, que tienen mucho miedo a quedarse solas, con unos altibajos muy marcados y que “montan grandes números de repente”. Pero sí se dan cuenta de su problema y piden ayuda.
Muy diferente es la actitud de los narcisistas, que, a diferencia de los psicópatas, sí pueden demostrar emociones. “Si ven que les vas a dejar y no les interesa, pueden incluso llorar y decir que van a pedir ayuda. Los ves arrastrándose y te los crees otra vez, pero en realidad no conectan con tu dolor ni les importa hacerte daño porque están por encima y consideran que los demás son unos inútiles”.
Según la experta, hay un perfil de víctimas de los narcisistas que es bastante frecuente porque les parecen más manipulables. Se trata de personas bondadosas, dispuestas a complacer y a ayudar.
Los narcisistas “no soportan ni quieren ver a alguien que les cuestione o les desmantele” sus opiniones.
Tóxicos en familia
Si ese maltratador “es tu padre o tu madre, romper la relación no va a ser una opción”, reconoce Silvia Congost, quien recomienda “optar por la compasión”. Apuesta por tratar de entender que esa persona no lo hace para dañar o tratar mal y por tener en cuenta “lo qué habrá vivido para tener ese carácter tan amargo y tan destructivo”.
Asegura que “eso ayuda a que no nos duela tanto”, y sugiere que sean los hijos los que asuman la responsabilidad de tomar distancia, “poner límites, recuperar el poder, cuidarse y protegerse” porque los padres con ese trastorno no van a cambiar.
Más narcisistas entre los hombres
Con trastornos de la personalidad narcisista hay identificados más hombres que mujeres, mientras que el porcentaje es similar si se habla de generadores de relaciones tóxicas. Pero son ellas las que más recurren a la consulta con un especialista, a pesar de que cada vez hay más hombres.
Congost cree que se debe al bagaje cultural y educacional, “aunque parezca un tópico”, y sigue pesando la “cultura machista de la que venimos”. En este sentido, agradece que muchas personas conocidas públicamente (famosos, cantantes, etc.) compartan en redes sociales su experiencia de terapia y los buenos resultados porque ayuda a normalizarlo para que “no se vea como algo de enfermos mentales, como se pensaba antes”.
Reconoce, por último, que la ansiedad o los trastornos por depresión están a la orden del día por la propia angustia que genera la vida actual, dada la necesidad de “llegar, crecer, despuntar, ser alguien”.
EFE.